domingo, 20 de enero de 2013

Una cena muy especial

Por fin es domingo! Por mí hubiera escrito esta entrada en el blog el jueves por la noche o el viernes por la mañana, pero no lo he hecho por si hubiera algún otro acontecimiento que superara la cena del jueves (aunque estaba difícil).
Desde hacía ya tiempo sabía que el pasado viernes iba a venir una de las mejores investigadorAs que hay actualmente en el campo en el que trabaja nuestro grupo. La primera vez que la escuché hablar fue en un Congreso de la ECDO en Portoroz (Eslovenia) en 2007. Ese congreso se realizó tan sólo 8 meses después de que yo llegara a trabajar a Francia, y estaba intentando adaptarme a un tema de trabajo completamente distinto a lo que había hecho durante mi tesis. Así que en aquel congreso conocí y vi hablar a los científicos más importantes en el campo de la "Muerte celular". Pero ella me fascinó. No me preguntéis por qué.
Por eso, organicé los experimentos de toda la semana de tal manera que pudiera ir a ver su seminario el viernes por la mañana. Sin embargo, el martes mi jefe me vino a ver al despacho. Lo que en un principio yo pensé que era tan solo un recordatorio del seminario del viernes, al que yo, desde que empezó a decirme que "como sabes el viernes hay un seminario de ...", ya estaba estaba asintiendo con la cabeza, se transformó en "me estaba preguntando si te gustaría venir a cenar el jueves con ella, conmigo y otro compañero del laboratorio". En ese momento paré de asentir con la cabeza y le dije "¿Qué?, Sí sí, claro, encantada" "Estupendo". Jejeje, y yo con una sonrisa de oreja a oreja.
Desde ese momento me entró la paranoia de que no me iba a enterar de nada de lo que me dijera ya que no estoy acostumbrada al inglés americano. Pero las ganas de ir a esa cena eran superiores a la vergüenza de no enterarme de nada. El otro compañero que iba a la cena estuvo el año pasado un par de meses en el laboratorio de ella y me decía que a veces era complicado entenderla, sobretodo cuando se ponía a hablar de ciencia porque entonces su lengua iba tan rápida como su cerebro.
Llegó el jueves, estaba como en una primera cita, no sabía ni que ponerme. Nada demasiado formal y tampoco nada informal. OK, de negro con un toque de color. Quedé con mi compañero casi una hora antes a tomar un café a la salida del metro y así poder ir juntos al restaurante. El restaurante se llama Le Coup-Chou. Llegamos los primeros, pero mientras nos estábamos quitando los abrigos llegaron ellos. El restaurante es precioso, estilo siglo XVII. Como una casa en la que cada habitación hay unas cuantas mesas. Con las vigas de madera y música clásica de fondo.
Mi jefe nos distribuyó alrededor de una mesa redonda. A mi derecha tenía a mi jefe, a mi izquierda a mi compañero y de frente a ella. Por unos minutos me quedé en mi mundo pensado que era increíble tenerla ahí enfrente y no sólo eso, estar sentada en la misma mesa con los dos (ella y mi jefe). Después de 5minutos de fascinación, como si estuviera enfrente de uno de mis cantantes favoritos de rock, me centré en la cena y en la conversación. La comida fue excelente. A ella la entendía el 80% de lo que decía y el resto lo deducía por contexto. Evidentemente ellos son amigos y eran ellos los que mantenían la conversación. Mi compañero y yo estábamos allí por si alguien nos preguntaba o mi jefe nos miraba como que teníamos que decir algo. Ayyyyy, ¡con lo que me gusta a mí hablar! Aunque ese día me tocaba estar más calladita, no pasa nada. En definitiva, la cena estuvo muy bien: el sitio, la comida y la compañía. Una cena para no olvidar.

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