lunes, 2 de septiembre de 2013

En alerta

Ayer decidí aprovechar el día para trabajar con el ordenador, ya que no he había avanzado nada en los últimos cuatro días.
Así que a las 8 de la mañana me levanto, desayuno y conecto el ordenador. Por lo general, lo hago al revés: primero enciendo el ordenador y mientras arranca me preparo el desayuno (sí, tarda mucho en arrancar). Porque uno de esos pequeños momentos de placer para mí es sentarme al ordenador con una taza de café. También con unas galletitas al lado, pero ahora con la dieta es imposible.
Conecto el móvil, si puedo hablo con mi madre y doy un repaso a mis niños.
Las 10 de la mañana, me pongo a hablar con mi niña (la pobre muy agobiada por si el jefe la pillaba hoy por banda) y yo diciéndola lo mismo de siempre "No te preocupes, sabes que va a ser algo general, de todos modos seguro que hay otras cosas prioritarias para él, ..." Y mientras tanto, yo trabajando en las figuras del artículo de una compañera. "Bueeeno, no te agobies, luego hablamos". Y sigo trabajando.
11 de la mañana, me entra un email en la bandeja del correo. El jefe. ¿Podemos reunirnos mañana a las 10 de la mañana (por hoy)?. Respuesta obvia. Contacto de nuevo con mi niña "Mira tu bandeja de correo, me acaba de llegar una cita para mañana con el jefe". Pero ella, aún nada.
12 de la mañana, ya no sé si la figura está del derecho o del revés. Mejor me pongo a hacer la comida y así desconecto un poco.
De 14 a 23:30. Ya paso de las figuras, del artículo de mi compañera y me pongo exclusivamente a preparar la reunión de hoy. Mientras, viene un amigo a tomar café a casa, ceno cualquier cosa y hasta me tomo una infusión para relajarme. Pero no con mucho éxito.
Termino de preparar la reunión y me voy a la cama. Sí sí. Toda satisfecha porque me ha dado tiempo, no solo de prepararme la reunión sino que además he podido organizar mi jornada de trabajo. Seguro que duermo a pierna suelta.
Me meto en la cama ... me tengo que levantar en 6h y media. Uhmmm, pues va a ser que estoy un poquito más intranquila de lo que yo me pensaba. Parece que no tengo mucho sueño. Miro al techo, miro la hora ... voy a leer un rato, seguro que así me entra sueño. Abro el libro de "El ocho", mi libro de cabecera desde hace dos meses. "¡Anda! ¡Qué curioso!, en el libro sale la Abadía de Cordeliers de París (el edificio al que se va a trasladar el laboratorio en Diciembre)". Una página, dos páginas, tres páginas, ... se acaba el capítulo... Yo creo que mejor apago la luz e intento dormirme.
Estoy soñando. Estoy en la calle cerca del trabajo (quizás en Cordeliers, porque es el centro de París y un edificio emblemático), estoy con mi jefa quien me está hablando de algo importante. De repente tres tipos matan a alguien. Uno viene hacia mí. Mis padres me dicen que me tengo que refugiar en el edificio (no me digáis qué pintan ellos, igual estaban por aquí de vacaciones). Me meto corriendo. Dos investigadores que conozco vienen en mi busca. Como si de una película de acciónn se tratara, me paso las horas intentándolos dar esquinazo por el edificio.
Me despierto completamente agitada. "Venga, tranquilizate y vuelvete a dormir". Cierro los ojos. Demasiado tarde, suena la alarma del despertador.
Según estoy en la ducha pienso que lo mejor es que me tome una infusión porque si me tomo un café, me da un pasmo.
 
Al final mi niña, ni recibió el email e incluso hoy ha conseguido escapar a las garras del jefe.
 
Todo esto para demostrar la validez del siguiente dicho "Haz lo que yo te digo, pero no lo que yo hago". Tanto tranquiiiiiila, no te agoooobies, no pasa naaada. "¡Zas!, en toda la boca"

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