martes, 3 de septiembre de 2013

Un mar de dudas

Mi madre siempre me ha dicho que tengo que tener siempre todo controlado, refiriéndose a mi futuro. De hecho, cada vez que tengo cerca el final de un contrato y me pongo tensa, ella me recuerda el annus horribilis que pasé cuando hice COU porque quería saber qué es lo que iba a hacer y dónde cuando acabara.
 
Ayer mismo hablaba con mis padres sobre el primer día de trabajo con el jefe. Me preguntaron por la reunión que tuve con él. Y les dije que había salido con sentimientos encontrados y que quería hablar con él para poder saber su opinión con respecto a mi futuro. A lo que me madre dijo "como siempre" con un suspiro (que lo hoy desde el otro lado del teléfono). Y lo acompañó con una ligera risa.
 
Pues sí, de nuevo me encuentro en la situación de "a tres meses del final del contrato" y, como os explico cada vez, cada vez se va poniendo más difícil continuar. Cuando firmé el año pasado me dijeron que el contrato podría ser renovado por un máximo de 6 meses. Es decir que si en junio del año pasado no me he sacado la plaza ... o el jefe tiene un plan B en la manga o yo estoy en la calle.
 
Todo el mundo de mi entorno aquí, y que conocen a mi jefe, me dicen que mi jefe quiere que me quede. Yo también lo creo. Pero una cosa es querer y otra poder (por mucho que digan que querer es poder). Y precisamente saber si tiene un plan B es lo que quiero discutir con él.
 
Gracias a que durante estos años he aprendido un poco a no ser tan impulsiva. Me explico. Hace unos años mi reacción hubiera sido abordarle por el pasillo sin que ni siquiera hubiera dejado el portafolios y directamente haberle hecho la pregunta. Pero ahora ... ahora me como la cabeza (porque a no darle vueltas al coco aún no he aprendido) mientras espero que se ponga al día con respecto al trabajo, vaya cogiendo el ritmo y, cuando esté más calmado, hablo con él un día en su despacho.
 
Cuando tengo este tipo de conversaciones con él, siempre me preparo para las negativas, porque sabes que nadie es imprescindible, pero si lo que me dice me deja plof, como lo había pensado, me da el bajonazo. Vamos, que por mucho que me prepare ... nada. Pero bueno, eso es debido a que, aunque haya aprendido a ser menos impulsiva en los actos, el impulso lo tengo retenido dentro. Quizás sea esta la razón por la que últimamente me paso todas las noches corriendo.
 
Esperemos que el momento adecuado para salir de dudas no sea muy lejano y pueda empezar a barajas mis posibilidades.

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