miércoles, 23 de mayo de 2012

El microambiente del metro

Una de las cosas positivas de vivir en un suburbio, donde además tienes el trabajo, es que no tienes que coger el metro. Los que viváis en una gran ciudad, como Madrid, estaréis acostumbrados.

Pues debido a la formación que estoy siguiendo, me tengo que tragar todos los días unos 50 minutos de metro hasta llegar al sitio donde se imparte el curso. ¡Qué estrés! ¡Qué horror la hora punta! Mira que mi parada de metro es la primera de la línea, pues hay gente que si ya no tiene asiento cuando llega, ¡se espera al próximo metro! No tendrán prisa, digo yo.

Te montas en el metro y eso se empieza a llenar y tu espacio vital se ve reducido a la mínima expresión. Y yo me pongo a pensar, ¿cómo no te vas a coger piojos? ¡Si están todas las cabezas juntas! Uff, desde que lo pensé, he estado intentando que mi cabeza no tuviera contacto con ninguna de alrededor (gracias a Dios supero la media de altura). De repente un tipo que está detrás de mí, me estornuda en el cogote. ¡Qué asco! Espero que sea alergia porque si no seguro que en una semana estoy enferma. ¡Lástima de defecto de profesión! El estornudo desencadena una serie de pensamientos de lo más surrealistas. A modo de imagen estilo "Dr. House" veo los microbios del estornudo incrustados en mi cogote o en el mejor de los casos en su mano, la misma mano que se agarra a la barra central para no caerse, la misma barra central a la que yo misma estoy agarrada ... Creo que si me hubiera lavado más veces las manos, se me hubieran pelado.
Por fin consigo sentarme. Entonces, comienzo mi deporte favorito, estudio a las personas que hay en el vagón. Me gustaría decir que ¡vaya fauna (y algunos con flora), que hay!, pero quizás alguno se moleste por el comentario. Sin embargo, cualquiera en el mismo vagón que yo pensaría lo mismo de mí porque verme con cara de pánico, intentando que mi cabeza no toque otras cabezas, con cara de asco por el mínimo estornudo y mirando a todo el mundo como si les estuviera diseccionando tiene que ser también curioso.

Ahora, lo que peor llevo ... es el roce.

Por suerte hoy y mañana estoy en Vêndome, una ciudad del Loira, y me libro dos días de metro, jeje.

Próxima cita, el viernes...

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