domingo, 24 de junio de 2012

Vooolaré Oh oh oh!!!!!

Ayer se me hizo el día eterno. Estoy acostumbrada a volar desde el aeropuerto de Orly, que está a tan solo 8km de mi casa y que en 20min llego con el autobús. Pero mi vuelo de ayer a Viena salía desde el aeropuerto de Charles de Gaulle que está a unos 20km. El vuelo lo tenía a las 15:45, pero para llegar con tiempo al aeropuerto salí de casa a las 12 de la mañana. Coger el bus hasta el tren 45min. Coger el tren hasta el aeropuerto 1h. Vamos que a las 14:15 estaba haciendo el check-in.
Y luego la odisea. Nos llaman para embarcar. Cuando la mitad de los pasajeros ya habían embarcado, les hacen salir y retrasan el vuelo. La razón: el avión acababa de aterrizar de un vuelo desde Madrid y tenía una pérdida en uno de los motores; así que por motivos de seguridad había que cambiar el avión y, por lo tanto, retrasar el vuelo.
Yo, que antes me drogaba para montar en avión porque no me gusta demasiado, ya no era persona. Solo estaba pendiente de ver si alguien de mi vuelo se movía, si en las pantallas ponía la nueva puerta de embarque, ... En fin, después de localizar una cafetería enfrente de uno de los paneles de información, me pido un descafeinado. Cuando lo voy a coger, me lo tiro hirviendo encima de la mano. Ayyyy, ¡qué desastre!. Ya nos avisan para volver a embarcar. Son las 16:45. Nos montamos en el bus que nos lleva hasta el avión. Una vez dentro, nos dice que uno de los pasajeros no se ha presentado y que tienen que buscar su maleta para quitarla. Otro retraso. ¡Pufff!
Despegamos. Son las 17:15. Y aquí el día empieza a mejorar. El comandante nos dice que el vuelo solo tardará 1h30min. Nos ofrecen bebida y snack gratis (porbablemente sabréis que desde hace unos años las compañías aéreas suelen cobrar por estos snacks, salvo en vuelos de larga distancia). El aeropuerto aterriza a las 19:00h en Viena.

Me siento como una primeriza. Cuando llegas a un país extranjero, te das cuenta de quién suele ir a ese destino y quién llega por primera vez. El sentimiento de no saber cómo ir a los sitios ni por dónde es un poco incómodo. Pero ayer las cosas me salieron rodadas. Según estaba esperando la maleta, había un puesto de información de un tren que iba directamente hasta el centro de la ciudad sin paradas por 12E. Nada más salir de recoger la maleta, ahí estaban los carteles explicando claramente por dónde estaba (¡¡¡siempre hay que seguir las señales!!!, jeje). En el panfleto que había explicando este tren, que parece un nuevo servicio, venía un plano con las líneas de metro de Viena y justo donde me dejaba el tren estaba la línea que necesitaba yo para llegar a mi hotel. Pues nada, a coger el metro. Sin quererlo llegué al hotel en un plis. Eso sí, eran ya las 20:30. El tiempo de conectar el ordenador y buscar el partido. Vi el gol del penalty de milagro, antes de que sonara el final del partido ya estaba dormida. Estaba tan matada después de todo el viaje que no me he despertado hasta las 8:30 de la mañana.

Ahora, me voy a descubrir esta ciudad con sus 28ºC y sol que hay hoy.

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