jueves, 23 de febrero de 2012

De visita médica

Tengo la impresión de que cada vez que vamos al médico, parece que tenemos una cita muy deseada. ¿que no?. Bien duchadita por aquello de los olores, con la ropa interior más nueva y bien depiladita por si acaso te tienes que quitar algo de ropa ... dar una buena imagen. ¡Claro, eso es lo que importa! Por eso, cada vez que un chico/hombre va al médico, va bien afeitado.

Mi consulta de ayer era por un dolor muscular, así que tenía altas probabilidades de que me tuviera que quitar algo de ropa. Antes de ir, me dediqué a "prepararme para la cita" ... por si acaso. Llego allí, y a los pocos minutos sale mi médico a buscarme. Entro, le cuento todo lo que me duele. Y él, de brazos cruzados me dice ... vete al kine (lo que viene a ser un fisio en España). Como no me había hecho mucho caso, le digo que de vez en cuando me mareo o que veo raro. Pero nada, no se movió del sitio. Y yo pensando ... "hombre, al menos tómame la tensión o mírame la espalda" con lo que yo me había estado preparando ... para nada ¡qué desilusión!.  Eso sí, me dijo que lo de la vista le parecía no sé qué cosa y que pidiera cita en el oftalmólogo. "¿Algo más? Pues 28 euros, ¿en cheque o con dinero?".

Después de salir de allí completamente decepcionada, iba dándole vueltas al nombrecito que me había dicho que podía ser lo de la vista. Cuando llegué a casa, me metí en wikipedia (que lo sabe todo) a ver qué era eso que me había dicho el médico. Y digo yo, ¿para qué?. De verdad, es mejor no mirarlo. Vamos que si no estabas muy mal antes, después de haberlo leído te dan ganas de ir a urgencias; incluso te preguntas cómo no te habrá mandado el médico directamene desde la consulta y en ambulancia.

Una vez asumido mi destino, escribí a mi compi para decirle ... "ni se ha movido de la silla para mirarme". Pero, ¿cómo se va a mover de la silla? ¡Ya me irá conociendo! Y se habrá dado cuenta de que tengo una ligera tendencia a ser un poco hipocondríaca.

 ¡Menos mal que yo también me conozco! e intento no alarmarme cada vez que me duele la punta del pelo. Además de reírme bastante de mí misma una vez que se ha pasado todo.
Pero, por si acaso, yo ya tengo mi cita con el oftalmólogo.

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