Ayer me llamó una amiga para decirme que estaba embarazada. Me alegré mucho por ella porque parece muy ilusionada.
Y se abrió la veda. Mis compañeras de trabajo, que me conocen, empiezan a decirme que no sé lo que me pierdo y que ya veré cómo dentro de un tiempo cambiaré de opinión. Y es que yo en instinto maternal suspendo. Y ya les digo, que como siga esperando a que un día de repente me levante y me dé cuenta de que quiero tener un niño igual ya no tengo nada que hacer. Una de ellas me preguntó si siempre había pensado igual. Y la verdad es que no, de cría (imagino que como la mayoría de las niñas) pensaba en casarme y tener un niño y una niña (hasta tengo los nombres). Pero según ha ido pasando el tiempo, me he dado cuenta de que ... simplemente no.
Un poco más tarde, me senté en la cafetería con mi hermano y le conté la buena nueva. Él me conoce bien y sabe que a mí no me gustan los niños, pero en lugar de preguntarme por el instinto maternal, me preguntó si el hecho de ver a mis amigas, que van teniendo hijos, no me hacía plantearme mi vida. Esto lo traduzco yo en si no tendría hijos simplemente porque les tienen las demás o porque quizás más adelante quiera y no pueda. Y, sinceramente, no. Me alegro mucho por aquellas mujeres que quieran ser madres y que hacen todo lo posible por conseguirlo. Pero no me alegro por aquellas que lo hacen simplemente porque hay que hacerlo o por si acaso más adelante quisieran. No creo que ser madre sea como comprarse un vestido, que si en casa te lo vuelves a probar en casa y no te gusta lo puedes descambiar. Como me dijo una de mis amigas, esto te cambia la vida y es para siempre, no hay vuelta atrás.
Además, tiene que haber de todo ¿no? Cada uno tiene que vivir la vida como la siente y no la va a hipotecar sólo por "normas sociales" o "por si acaso".
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