Ayer no esccribí porque me tuve que marchar pronto por la mañana a firmar mi nuevo contrato de trabajo por 6 meses.
Hoy hace 5 años cogía el tren en Valladolid para París, ¡cómo pasa el tiempo!. Eso hace que lleve 5 años trabajando aquí en el mismo grupo de investigación. Y hay un problema. Según la ley francesa no se puede estar contratado por el mismo puesto público más de 6 años. Esto quiere decir que máximo me queda un año de trabajo en donde estoy ahora. Por eso me hacen un contrato de 6 meses, y antes de que acabe este contrato tengo que pasar una reunión con un responsable de recursos humanos de la entidad que me contrata para ver qué posibilidades tengo (aunque para mí es más un aviso de ... se acabó).
Quizás debería de estar agobiada pensando en qué va a ser de mi vida dentro de un año. Pero no. Si uno lo piensa bien, hay muchas posibilidades: el jefe puede que consiga un contrato con una entidad privada, cambiar a otro grupo de investigación en París, marcharme a otro país o intentar volver a España. Si algo he aprendido este año es que no se pueden tener planes. Puedes tener una dirección, pero el camino no siempre es el que elegimos. Y no por eso es peor, simplemente nos tenemos que dar cuenta de que hay muchas posibilidades y disfrutarlas. Solo podemos aprender.
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