Ayer fui al aeropuerto a buscar a una buena amiga que se había marchado de vacaciones por Navidad.
No sé si será un sentimiento generalizado para aquellas personas que se marchan de su país, pero mucha de la gente que conozco tiene la sensación de que, fuera, los sentimientos se intensifican (como en Gran Hermano). Estos últimos meses, ella ha sido un gran apoyo para mí, lo que ha hecho que le haya cogido mucho cariño. Me encanta hablar con ella porque aún tiene ese punto de vista español que poco a poco he ido perdiendo, tiene una gran sencillez que le hace grande y me hace sentirme como en casa.
Tengo que reconocer que a lo largo del camino me he encontrado, y me sigo encontrando, con mucha gente que merece la pena, con personalidades muy distintas pero, en común, un gran fondo, y de las que siempre tengo algo que aprender y/o descubrir.
Por otro lado, sé ló difícil que le supone venirse para acá y dejar a sus seres queridos en España. Esto me hace valorar, más aún si cabe, el hecho de que mi pareja decidiera venirse aquí conmigo. Sé que sin él no habría soportado muchos momentos. Pero, como ya he dicho, soy muy afortunada con la gente que me rodea.
Sed buenos, y que los Reyes os traigan muchas cosas.
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