Ayer estuvimos celebrando el cumpleaños de la abuela. Mi abuela es de ese tipo de personas que, aún pasando de los 80 (según el carnet de identidad), tiene una manera de ver las cosas, de razonar y una voluntad más propia de alguien 10 años más joven (por lo menos).
Así que nos juntamos toda la familia para comer. Toda la familia quiere decir 7 personas, la abuela, mis padres, mis tíos, mi primo y yo. ¿Qué voy a decir si me encanta cuando nos juntamos todos a comer? No sé si es algo generalizado el hecho de que a los hijos únicos les guste que venga la gente a casa, las comidas con la familia, en definitiva, estar con la gente. Cuando era pequeña estaba deseando que vinieran a casa. La Navidad era la mejor época del año porque durante casi todo el mes de diciembre bajaban a casa mis abuelos y mi tío. Así que era más fácil convencer a alguien para jugar a juegos de mesa, a las cartas o al dominó. Y es que, para los que tengáis hermanos, no sabéis lo que es estar rodeado de juegos y juguetes y no tener a nadie con quien jugar.
En cualquier caso, a mí me siguen gustando los juegos de mesa, las cartas y el dominó. Así que ayer después de comer estuvimos jugando al Tabú, que se lo habían regalado los Reyes a mi primo. Y me lo pasé como una enana. Claro que en estos días no será la única vez que juegue ya que tengo a mi abuela y a mi madre para echar alguna que otra partida a las cartas y/o al dominó.
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