domingo, 30 de diciembre de 2012

Nochebuena en el tren

Aquí estoy una semana después, escribiendo desde la gélida España.
 
"Aaahhh! Qué bien pasar la Navidad en la España! El sol, la playa!" Esta es la idea que tienen la inmensa mayoría de los extranjeros sobre España. Así que cuando les digo que en mi región hace un frío que se te hielan los mocos me dicen "Ah, ¿sí?" O_O. En estos momentos echo de menos mi casita, mis 27m2 que se calientan con dos giros de la estufilla del aire caliente. Si es que no todos son inconvenientes jeje.
Lo sé, es un tópico, pero desde luego que cada año la Navidad es diferente. Yo creo que estoy en esos años en los que la Navidad en sí es un poco funifánida. Sí, me podéis decir que la familia etc etc. Pero daos cuenta de que yo vengo a España como 4 veces al año, así que cualquiera de mis visitas es especial. El problema es que estoy liada, lo sé ... siempre la misma excusa, y ni rindo como me gustaría ni disfruto de la gente como me desearía. Todo a medias jeje.
Sin embargo, tampoco está mal tener una Navidad poco convencional porque así puedes contar cosillas. Por ejemplo, este año he pasado la Nochebuena en el tren. Y es que el día 24 trabajé por la mañana. Así que me cogí el tren nocturno que va de París a Madrid. Al contrario de lo que mucha gente pueda creer, el tren estaba hasta la bandera. De hecho, cuando fui a comprar los billetes hace unas semanas, ya no había la posibilidad de coger litera y me tocó venir en el vagón de los asientos super-reclinables. Con cuatropecientas personas más. Al rato de partir, pasó la camarera preguntando si alguien querría ir a cenar al restaurante del tren. Yo dije que sí. Ya que era Nochebuena, al menos cenar en el restaurante del tren, ¿no?. Creo que en realidad ella no quería que fuera porque empezó a poner pegas "no hay posibilidad hasta las 10" "Ya no me quedan dos de los primeros platos" ... Yo le dije que me daba igual, pero que cenaría en el restaurante. Y para allá que me fui a la hora indicada. No es la primera vez que viajo en este tren, pero sí la primera vez que voy a comer a su restaurante. Me pareció que, comparado con el resto del tren que no creo que lo hayan cambiado desde la época de Franco, el restaurante estaba muy decentito. Me pedí "Secreto ibérico con coulis de albaricoque" y de postre "Timbal de almendras con chocolate", regado con un "Mayor de Castilla". Al final ya no quedaba nadie cenando y los camareros, acomodadores y demás empleados del tren se estaban preparando unos platitos de queso con vino, mientras cantaban "...saca la bota María que me voy a emborrachar". Ahí les dejé. Me fui a mi asiento hasta las 6:30 de la mañana, cuando el revisor vino a decirme que en media hora llegaba.
 
La verdad es que no me sentí triste, ni melancólica, ni nada. De hecho me pareció muy curioso, una aventura, algo .. para contaros. Jjeje.

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