Ayer hizo 7 años que vine por primera vez a París. En aquella ocasión eran mis ultimas vacaciones antes de escribir y leer mi tesis. Por entonces no sabia que iba a hacer después de la defensa, solo que quería hacer el postdoc fuera de España pero ni idea de donde ni sobre qué tema.
Entonces me enamoré de esta ciudad, aun considero que es la ciudad ideal para venir unos días de turismo y simplemente disfrutar dejándose llevar. En aquella ocasión intentaba retener todo lo que estaba viviendo por si nunca mas pudiera volver a venir. Pero el destino jugo su baza y dos meses después, mientras empezaba a escribir mi tesis, empecé a buscar laboratorio y mi antiguo jefe me dijo que en París había un laboratorio muy bueno, pero quizás mi CV no seria suficientemente interesante para el jefe de equipo ya que el tema de mi tesis era completamente distinto. Pero como parece que a mi me gusta complicarme la vida, le escribí. Para mi sorpresa, me contesto pidiéndome mi CV y que viniera a hacer una entrevista y a pasar el día en el laboratorio. Eso fue un mes después del email. Y al año siguiente ya estaba trabajando aquí.
Ahora la ciudad me parece bonita pero, evidentemente, la vida cotidiana no tiene que ver con una visita turística. Aun así, los días que estoy plof o que me enrabieto por estar aquí me doy un paseo por el centro de la ciudad y me digo que también tengo suerte de poder estar aquí. Solo pasear por sus calles, y en otoño mas con su aire melancólico, es increíble; su infinidad de posibilidades (restaurantes, museos, conciertos, teatros ...).
Aunque le dé un poco de vueltas a las cosas estos días sé que es una pérdida de energía porque, igual que hace 7 años, el destino tiene preparada ya su siguiente carta y yo solo tendré que ver como la juego.
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