Ayer me fui a dar una vuelta por la capital gala.
Siempre he dicho que para mí la mejor época del año para venir a visitar París es el mes de septiembre y la primera quincena de octubre. No solo por ese aire melancólico y romántico que uno supone a la ciudad de la luz, sino porque aún el tiempo es bastante agradable y no hay tanto turista como puede haberlo en primavera - verano.
Aquí el otoño es un poco prematuro ya que las hojas empiezan a caerse en el mes de agosto y los árboles tienen esa mezcla de hojas de distinto color que le da un aire tan bohemio.
Y aún más si está ya cayendo la tarde, la luz que se imprime en los edificios refleja unos tonos muy cálidos, como se puede ver en Notre Dame.
Y pasear por el Sena da una sensación de tranquilidad increíble.
Es en esos momentos en los que me siento a gusto viviendo aquí.
Porque si me voy ... ¿Cuándo volveré a venir?
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