Muchos sabéis que este último año (desde mayo de 2011) ha sido un año muy difícil para mí, posiblemente el peor año de mi vida. Con mucho estrés, agobio, ansiedad, en definitiva muy duro psicológicamente. Soy, y era, consciente de que no estaba bien. Toda mi energía la gastaba en organizar y diseñar mis experimentos para poder ser lo más eficaz en el menor tiempo posible; y en no venirme a bajo, intentar que no se me viniera todo encima. Todo se redujo al trabajo y el resto ... simplemente no existía. Dejé a un lado mi vida social que se redujo a chatear con algún amig@ de forma muy puntual. Pero también me dejé de lado a mí misma como persona, me reduje a una máquina de trabajar. Daba igual si me ponía enferma, me decía a mí misma que no tenía tiempo de hacer caso a la fiebre, el dolor de muelas, la espalda,.. nada.
En ese momento de caos no podía plantearme más allá de los experimentos y he tenido a mi lado tan sólo a aquellas personas que, con su inmensa paciencia, han querido mantenerse ahí incluso si yo no tenía tiempo de prestar la atención debida.
Así que cuando cogí las vacaciones hace unas semanas, sabía que me tenía que enfrentar a recomenzar. A poner mi vida en orden. Pedir disculpas a aquellas personas a las que he tenido un poco dejadas de lado y, fundamentalmente, agradecer a quien ha estado ahí (aunque en ocasiones ni esas mismas personas se dieran cuenta). Tener que conseguir disminuir ese estado de ansiedad remanente y hacerme un poco de caso a mí misma porque le hecho de que me salieran herpes, se me cayera el pelo, me doliera todo, eran signos evidentes de que había dejado de cuidarme. Y, finalmente, tomarme el tiempo en ver qué es lo que quiero en la siguiente etapa de mi vida.
Poco a poco, durante estos días, todo se ha ido poniendo en su sitio. No quiero decir que un día San Pentecostés haya bajado y me haya iluminado, sino que durante estos días las personas que han estado a mi alrededor me han dado su visión de la situación, muchas de las cuales me conocen desde hace mucho tiempo y conocen mi modo de vida.
Ayer, me dí cuenta de que, casi sin quererlo, todo se iba poniendo en su sitio y que, con las ideas más claras, tengo la fuerza y la confianza de saber por donde seguir asumiendo lo que quiero y lo que no.
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