No podría pedir que el mes de agosto empezara mejor. Hace prácticamente un mes que nos escribieron de Science para decirnos que el trabajo estaba muy bien y que tan solo eran necesarios cambios en el texto y en las figuras. Eso significaba que, extraoficialmente, estaba prácticamente aceptado; y por eso mi jefe llevó al laboratorio una botella de champán de unos 100 euros. Era la primera vez, en los 5 años y medio que llevo trabajando aquí, que él lleva una botella para celebrar un artículo. Y eso ya es para estar orgullosa.
Realmente es una satisfacción y un alivio el haber conseguido una meta, sobretodo una meta tan alta. Cuando me hicieron la entrevista en 2006 para venir a trabajar aquí, me preguntaron que por qué quería cambiar de campo de investigación, ya que durante los años de mi tesis trabajaba en fisiología endocrina y aquí pasaba a trabajar en biología celular, cáncer e inmunología. La pregunta era razonable ya que una vez que consigues el título de doctor se te considera independiente para desarrollar un proyecto de investigación, pero cambiar de campo supone no ser tan independiente porque no controlas el tema y las técnicas son distintas. Me acuerdo que, además de soltar el rollo sobre lo fascinada que estaba por este otro campo, contesté que quería tener opciones de publicar en revistas de más alto nivel de lo que podría publicar siguiendo en el campo que estaba.
La importancia de le revista en la que se publica es fundamental en ciencia. Cada revista de investigación es valorada cada año y se la da una puntuación que da lugar a un ránking. Cuando un investigador se presenta a una beca, una oposición o para pedir financiación para un proyecto, es valorado por en qué y cuántas revistas ha publicado ya que da un perfil del investigador y su capacidad de trabajo. Pero para lo que más se necesita es para las oposiciones. Al final todo se resume a una cuenta aritmética en la que tu valor es equivalente a la suma de los valores de las revistas en las que has publicado. Y sobretodo en las revistas en las que eres primer autor. Para que os hagáis una idea, en España se considera que publicar en revistas que superen el 5 está muy bien, luego están las de 8 y 15 que están genial y publicar en ellas desde España es todo un logro, las de 20 y 25 son consideradas excepcionales y las de > 25 prácticamente inalcanzables y tan solo un reducido número de investigadores han sido capaces de publicar en estas revistas desde allí. Bueno pues Science tiene en este momento un valor de 31.2, y junto con Nature y Cell son las revistas más famosas y reconocidas.
Sin embargo, nunca se me había pasado por la cabeza que pudiera publicar en alguna de estas revistas. De hecho mi meta estaba al principio en una revista de 15. Y en los últimos años mi meta pasó a ser la de echar los restos y trabajar al máximo para que al final mi trabajo pudiera ser considerado en la mejor revista posible, independientemente la que fuera.
Por supuesto que es todo un privilegio y un lujo tener un Science, pero nunca hay que perder el norte y saber que lo más importante de esto no es el prestigio que da sino las puertas que abre. Os he dicho mil veces que mi razón de salir al extranjero fue para poder volver a España en unas mejores condiciones y optar a un puesto de investigadora, y este artículo me va a ayudar y mucho para poder volver a España (quizás no ahora, porque no sea el momento adecuado), pero sí en algún momento ... Y ese es el enorme valor que tiene para mí este artículo.
Hoy me siento satisfecha por el trabajo realizado y un gran alivio de saber que tengo una carta en la manga.
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