Días de locos

¿Qué tal lleváis el sábado? Por aquí bastante tranquilito, intentando aprovechar unos momentos de tranquilidad después de esta semana de locos.

Ayer pensé que no me había enterado y que era un día de fiesta en París porque eran las 8:00 de la mañana y aún seguía sola en el laboratorio. Estaba tranquilamente bajo la campana preparando las inyecciones de los ratones y pasando unas células, cuando se abrió la puerta y, para sorpresa mía, entra mi jefa a las 8:20. "Anda, ¿pero que haces tú aquí?" Se está pegando una soba de cuidado, ya os lo estaba diciendo yo estos días. No sé si es porque le encanta hacer experimentos o porque no quiere llegar a ese punto en el que el trabajo de un científico consiste en leer, escribir y administrar, pero últimamente prefiere sacar adelante el trabajo experimental sin ayuda. Yo lo ofrezco mi ayuda, pero no puedo insistir más porque igual se ofende.

Es verdad que todos los años por estas fechas el jefe mete la presión para acabar artículos, avanzar en proyectos y todos terminamos un poco desbordados.

A pesar de que ha sido una semana intensa, yo he quedado bastante satisfecha con el trabajo hecho. Y anoche me relajé tanto que a las 10 de la noche estaba frita en el sofá. Y, como previsto, a las 7 de la mañana estaba con los ojos como platos, jeje.

Y, mientras yo estaba enclaustrada en mi mundo, resulta que he visto que a Javier Bardem tiene estrella de la fama en Hollywood (al lado de la de su mujer .... ¡qué bonitooooooo!), en España van a para los desahucios en casos extremos durante dos años (claro, es que hay que tener en cuenta que hay desahucios que no son por causas extremas, ¡ajá!), los sindicatos en Francia llaman a la huelga el 14 de noviembre por solidaridad con Atenas, Lisboa y Madrid; y la solución que un amigo da a todo es que sea Alemania la que salga del euro.

Vamos, que no sé qué es peor si aislarme en mi mundo estresante de la ciencia o asomar la cabeza a la caótica realidad. Al menos en la primera disfruto.