A veces me pregunto hasta cuando aguantaré.
Este fin de semana debería de estar pasándolo en la provincia de Cáceres de boda, de la boda de una de mis mejores amigas. Pero en su lugar me he quedado por temas de trabajo en casa. ¿A qué la mayoría no lo entendéis?
Ella es de lo más grande. Entendió , disgustada, la situación. Aunque, como tantas veces, hizo de Pepito grillo intentándome hacer entender que ya son muchos años sacrificando mi vida personal.
Y tiene toda la razón. Soy consciente de ello. Pero la cuestión es que estoy completamente convencida de que el camino para poder llegar a tener la tranquilidad que quiero es este. Y me da a mí que por esa misma razón no voy a cambiar en un futuro cercano.
Ahora me tienen pillada porque si no hago lo que mi jefe y, sobretodo, mi futura jefa quieren pueden simplemente no contratarme a partir de enero. Contad entonces los meses que me quedan. Y esa es la situación de agobio, presión, ansiedad que generan cuando la duración de los contratos que te hacen son de 6 meses.
También podría decir a la mierda pero entonces no habrían valido de nada todos estos años de sacrificio y ... soy demasiado orgullosa para eso.
Así que todos mis planes para estos últimos días de España han quedado anulados porque mi futura jefa me ha escrito el miércoles por la tarde pidiéndome los resultados que, se suponía, tenía que haber acabado para ayer.
Y aquí estoy, desde ayer, pegada al ordenador, cual mosca a la miel, 14h al día. Lo que me gusta es que tengo a mi madre ayudándome (aunque ya le dicho que no la puedo poner en el artículo, jeje) y se me hacen más amenas las horas. Eso y ... un poquillo de musiquilla, el café con horchata (Mmmm, ¡qué rico!). Así el sacrificio es más llevadero :-)
No os convenzo, ¿verdad? A veces hasta a mí me cuesta encontrarle sentido.
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