Hoy toca ración doble, por haberme despendolado ayer.
Pues hoy podría haber descrito al día como un gran día, pero también como un pésimo día. Y a partes iguales.
La parte buenísima es que por fin mi artículo está online en internet, y no sólo eso sino que lo han comentado en la misma revista y, además, ha salido como noticia en elmundo.es
Lo cuál me alegro porque aunque algo complicado, siempre será más fácil que el artículo original y mi familia y amigos pueden ver en cierta manera mi trabajo.
Pero todo esto hoy se ha visto eclipsado porque hoy era el último día de trabajo de una de las personas más importantes para mí del laboratorio. No sólo ha sido mi compañero durante casi 6 años sino un buen amigo. Una de esas personas que están ahí, que no nos hacía falta ser inseparables, pero que sí nos hemos podido apoyar el uno en el otro en los malos momentos.
Como en todas las relaciones, hemos pasado momentos buenos y momentos malos. Hemos discutido con gran fuerza y nos hemos arrepentido de la misma manera. Pero los dos tenemos un carácter muy fuerte. Ahora queda atrás una época, de entonces ya solo quedamos un compañero y yo, y los dos con demasiadas responsabilidades.
En fin, atrás quedaron las horas juntos en el animalario, en la sala de cultivos, en el microscopio, las dudas técnicas, los aperitivos en la sala del café, los portazos, las papeleras vacías. Hoy siento un gran vacío que solo he podido llenar trabajando. Porque como una cobarde no he tenido el valor de despedirme de él. Lo siento, pero me he negado a decirle adiós.
Un gran carácter, una buena persona y un mejor científico. Solo puedo decir que he tenido mucha suerte de poder coincidir con él y que el primer año sin él hubiera sido infinitamente más complicado. Siempre le estaré muy agradecida por ello.
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